lunes, 21 de junio de 2010

Capítulo I de La Maldición: La Caza

El aire corría entre los árboles como escapando de algo, frío y veloz, helaba la cara de una pequeña liebre que huía a toda velocidad. Cruzaba arbustos y salientes con agilidad pero, poco a poco, su perseguidor le sacaba ventaja. Llegó a un arroyo y se creyó a salvo. Quieta, escuchaba al bosque y olisqueaba el aire, no lo detectaba. Descansando en la orilla recuperó fuerzas. Entonces algo saltó sobre ella, con una garra presionó sobre el cuello y con la otra sobre el lomo. La fuerza de la caída y el peso del cazador rompieron el cuello de la alimaña, matándola casi en el momento. Satisfecho, el cazador se irguió y sonrió para sí mismo.

El pelaje gris plateado se movía al compás del aire y sus ojos azules competían con la luna en brillo. Era joven, muy joven, unos 35 años, pero su habilidad y fiereza le granjeaban respeto entre sus hermanos cazadores. El joven kurbog, hombres-perro, tenía facciones lupinas que le hacían bastante atractivo ante las hembras y su evidente juventud (puesto que los kurbog cumplen la mayoría de edad a los 30 y mueren a los 200 años aproximadamente) hacía que se ganase la envidia de los varones más ancianos. Kin’ian Bloodfang era cazador desde hacía un año, pero aprendía rápido y los Janalm, señores de la caza, le permitían salir a menudo pese a ser solo un Manaril (cazador de bajo rango) ya que pese a su rango traía presas muy a menudo.

Cogió la liebre, las juntó con las otras cinco que llevaba al hombro y se dispuso a partir de vuelta al campamento base. Era tarde, la noche brillaba con el resplandor de mil estrellas, no había luna. Las estrellas siempre cautivaban a Kin’ian, los kurbog usaban la astronomía con habilidad y la empleaban en conocer los movimientos de la caza y el cultivo de las cosechas, pero no las amaba por eso, adoraba ese resplandor mágico que creaba formas en el cielo, formas brillantes que hechizaban sus sentidos. Siguiendo la constelación del Jirón avanzaba raudo entre los árboles. Pronto distinguió el resplandor de una hoguera y supo que estaba en el campamento.

-¿Ay na manar?- Preguntó el centinela de guardia

-Manar so noah, hermano-dijo Kin’ian mientras se erguía y disminuía el paso.

El campamento era pequeño, unas tres tiendas, pero tenía los útiles indispensables para un cazador: Cuchillas para despellejar, armas para presas más grandes, cajones de especias para conservar la captura…y un buen fuego acogedor para calentar los huesos y descansar después de una agotadora noche de caza.

Kin’ian se acercó a los cajones e introdujo su captura en ellos, cuidando de que se cubrían bien de raíz preservadora 1.

-¡Vaya, buena caza, manaril! Si te dejamos solo eres capaz de cazar tres saurios navaja sólo con tus manos.

-No necesito tu ironía ahora mismo, Merk’el –Contestó con desdén- ¿no deberías estar vigilando?¿Qué hace Hailo vigilando en tu lugar?

-¡Eh, eh!¡Qué insinúas! Cambié el puesto con Hailo cuando perdió al Chinchiroín, no me acuses en vano, colega. –Se ofendió.

-Deberías dejar ese juego, estás enganchado.

-Bueno, tú estás enganchado a la caza, nos estás dejando en ridículo- Dijo Merk’el mientras jugueteaba con el intestino de una liebre de la caja.

-Lo siento,-dijo Kin’ian un poco avergonzado- pero a veces pongo demasiado énfasis.

-Nunca es demasiado, manaril. –Habló una voz detrás de ellos- La caza es importante para Kithael y usted le está dando más de lo que pueda pedir, siéntase orgulloso de su labor.

-¡Maestro Juu! – el rubor pinceló el rostro de Kin’ian -No merezco su respeto –se humilló, arrodillándose y obligando a Me’k'el a hacer lo mismo.

El kurbog que había aparecido tras los jóvenes llevaba galones propios de su rango, era un maestro rastreador al servicio del señor de la caza Kiurgo, y su graduación era la más alta en el campamento, estando él al mando de la operación. Sus cicatrices denotaban su experiencia en la caza, su pelaje era parduzco y sus facciones marcadas, con un morro largo, acostumbrado a rastrear, y orejas picudas para oír a sus presas. Era viejo y experimentado y sabía oler la habilidad cuando se presentaba ante su hocico.

-¿Ves?, siempre eres tú el que deslumbra al maestro… -susurró enfadado Merk’el

-¡Shhh! No es mi culpa, todos están encima de mí esperando a que haga algo importante –contestó en voz muy baja Kin’ian – ya tendrás tu oportunidad.

-Mañana vamos a cazar hajuuls, preparen sus aparejos y afilen sus lanzas, saldremos toda la expedición. – Se volvió dándoles la espalda - Ahora, id a descansar.

Cansados, Merk’el y Kin’ian se introdujeron en una tienda en forma de cono. El interior estaba helado y había dos alfombras de piel y dos mochilas sobre las que “descansar” sus cabezas. Merk’el pronto se tumbó en la alfombra y comenzó a juguetear sin darse cuenta con un nudo en su cabello. Mientras, Kin’ian revisaba el interior de su mochila y anotaba mentalmente lo necesario para mañana.

-Dime, ¿echas de menos Toos?- Preguntó Mer’kel

-A veces –comentó distraído su compañero, aún absorto en la preparación de su equipo- pero procuro no pensar en ello.

-No -dijo Mer’kel con resignación-, a ti solo te preocupa la caza últimamente…

Mer’kel había dado en el blanco, la caza era su vida y había nacido para ella, rara vez Kin’ian se interesaba por otras cuestiones no relacionadas con ella. A veces se volvía insensible al resto del mundo ya que simplemente las convenciones sociales escapaban a su comprensión. Una simple conversación amistosa con un conocido le suponía un esfuerzo enorme. ¿De qué hablaría?¿De los últimos chismorreos del pueblo?¿De las noticias de las batallas en el continente de Alleria? No conocía esos temas, en su caso acabaría hablando de la caza, del peso necesario para partir el cuello a un jabato, de los nudos que hay que hacerle a una lanza antes de lanzarla al agua contra una cabriu o de la forma de rastrear las pisadas de un saurio navaja. Era un chico con poca conversación. Y Mer’kel sabía que esto destrozaba a su amigo por dentro.

-Lo siento, no debería haber dicho eso –se disculpó Mer’kel- pero, desde que nos mandaron a esta avanzada no haces otra cosa que cazar. Casi no te veo por el campamento. –apartó la mirada de su compañero, que le daba la espalda- A veces me siento algo solo aquí.

-Tienes a Hailo,-dijo Kin’ian sin volverse- has dicho que juegas con él al Chinchiroín.

-Hailo es idiota, –dijo Mer’kel con un mohín- no se puede mantener una conversación de más de treinta segundos con él sin que se distraiga con una polilla.

-Bueno, ya sabes que yo tampoco puedo hacerlo sin que hable de las capturas del día. - sentenció sardónico su compañero.

Mirando al exterior de la tienda, Mer’kel podía ver el fuego. Aunque hacía frío en el interior de la tienda, algo ardía en el interior del muchacho.

-Supongo que sí -dijo con la mirada perdida-, pero a veces me gusta oír esas historias…
Kin’ian se volvió sorprendido hacia su amigo pero Mer’kel ya se había dado la vuelta y se había acurrucado en la alfombra.

-Buenas noches.

-Buenas noches, Mer’kel.

No se imaginaba que a su amigo le importase tanto que estuviese a su lado. Esta vez había llegado demasiado lejos con su obsesión. Decidió cazar al día siguiente junto a él, después de todo a Mer’kel también le encantaba rastrear. Estaba decidido. Dejó el resto de preparaciones para la mañana siguiente y se recostó dando la espalda a Mer’kel. Habían crecido juntos, pero tan diferentes.

Sí, echaba de menos Toos después de todo. Al fin y al cabo, fue el pueblo que le vio nacer. Una pequeña comunidad de Kurbogs trabajadores, dedicada casi exclusivamente al autoabastecimiento y la supervivencia. Se encontraba al noroeste de Kurbogia, en las tierras altas de Joon. La colina de Toos era un lugar inmenso y verde. Salpicado a menudo de pequeñas huertas y establos para saurios navaja domésticos. Era un pueblecito ideal donde los dos muchachos se criaron, peleándose por todo pero aún así queriéndose.

Y mañana marchaban a la caza de hajuuls a las órdenes de un gran rastreador Anhelm. Mañana serían por fin adultos.

2 comentarios:

  1. Buen comienzo. Ahora tengo ganas de ver cómo desarrollas todo el mundo, porque cuando jugamos al juego de rol había una gran cantidad de información (historia, mitología, costumbres...). Desde luego va a ser todo un reto para ti, pero ni se te ocurra dejar de escribir.

    ResponderEliminar