lunes, 28 de febrero de 2011

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Los arqueólogos de la antigua Xar'n'gha han encontrado entre los restos de un antiguo templo un baúl con una serie de tomos de el famosísimo aventurero erudito Cordial Tiberi. Está disponible en la biblioteca del gremio de arqueólogos en Madina. Como son de naturaleza avariciosa, no tienden a prestar sus libros de forma altruista, aunque les encantan las adivinanzas. El portero, sin ir más lejos os propone una, ¿Cual es la torre más alta de la Universidad Invisible?

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domingo, 27 de febrero de 2011

Capítulo IV de Purgatorio: La trama

Se despertó con un techo familiar sobre su cabeza. Su visión aún borrosa intentaba discernir las complicadas formas del yeso. Ese ejercicio mental le cansaba, pero le serviría para poder acopiar fuerzas para erguirse. Sin embargo era incapaz, férreas cuerdas le apresaban las muñecas. Trató de recordar los últimos acontecimientos pero el pasado estaba borroso.Varios jirones de memoria se arremolinaban incomprensibles frente a su razón. Exhausto se aferró a un momento más nítido: un brillo a su espalda, un golpe en la nuca, una voz de mujer, y todo desapareció. Ese recuerdo le llevó a una sucesión de pensamientos lógicos, había sido capturado.

-¡Soltadme!¡Soltadme ya!- gritó aunque sin fuerzas. No tenía ánimos ni para resistirse. Por alguna razón sentía una presión muy fuerte en el pecho, como si le faltase alguien importante. O muchos álguienes.

-Compórtese, capitán- una voz marcial a su derecha hablaba como si siempre se le hubiese obedecido y, en el caso de que decidieras no hacerlo, se encargase de recordártelo de formas sutiles. De esas formas que requieren hierros afilados al rojo vivo-. Se encuentra en el dispensario del cuartel.

-¿General Villenforth?¿Qué ha pasado?¿Por qué estoy atado?

-Es por su propia seguridad. Ha recibido una soberana paliza y han tenido que soldar varios huesos con energía mágica -tras esto hizo una pequeña pausa, como barajando las distintas formas de preguntar algo. Al final se decidió -. ¿Recuerdas algo de lo que pasó en la aldea?

-Absolutamente nada, señor -se sorprendió a sí mimo desconfiando de las motivaciones del general en todo ese asunto, ¿por qué un general visitaría a un subordinado en el dispensario de la soldadesca? Casi como leyendo sus pensamiento, Villenforth comentó:

-He venido para conocer tu informe sobre la captura de los terroristas. Cuando supe que estabas aquí entablillado di por hecho el absoluto fracaso de la misión- remarcó absoluto de forma que sonase casi a insulto, más que el insulto propio-. Ahora que te veo hecho una pena casi lo confirmo.

Una enfermera se acercó por el otro lado de la cama y se dispuso a revisar el vendaje. El ambiente cargado que provocaba las acusaciones y la presencia del general se deshizo momentáneamente tras las típicas preguntas de una enfermera, con cariño e interés testeaba al enfermo con los archiconocidos "¿Te duele aquí?","Estás cómodo en esta posición" e incluso la más inusual "Si te sientes con fuerzas levanta un poco el trasero para cambiar las sábanas". Tras esa pequeña interrupción, en la cual Meth se sintió muy avergonzado y Villenforth casi divertido (casi, el hombre no parecía haberse divertido nunca), prosiguieron su conversación:

-Según los informes de mis espías los hermanos Uhlkson y la draig'kin dejaron Forthiund tras el incidente- cuando terminó la frase, Meth se revolvió para preguntar, preocupado por algo que no recordaba-. Como veo que no lo recuerdas he de decirte que debes rellenar un parte de baja. E concreto un parte de seis bajas y dos deserciones- una máscara de terror cubrió el rostro de Meth-. Sí, capitán, eres capitán de una tropa vacía.

El shock de la noticia no se hizo esperar, los recuerdos inundaron su mente como si se abrieran las puertas de un dique y el agua inundara el valle. Recordaba la pelea, el monocorno, la increíblemente ágil draig'kin, los ojos de la chiquilla, su tropa asesinada, el arrebato de ira inútil y el golpe final que le derribó. Ahora las piezas encajaban. Meth no sabía que decir, se había quedado hasta sin preguntas. Ya no le preocupaban, solo un profundo sentimiento de culpa llenaba la duda y dejaba la conciencia para el arrastre.

-Tus métodos son tan poco ortodoxos como poco efectivos Gwayn- una voz suave, andrógina y muy fría comentó divertida. Viendo que la puya había hecho efecto siguió haciendo leña del árbol caído-. ¿Es esto lo que podemos esperar del general de la brigada en la sombra? Deja al capitán descansar, no es uno de los prisioneros con los que te diviertes por la tarde.

La figura que Meth no alcanzaba a ver se encontraba a los pies de la cama. El dispensario era una sala enorme llena de camas que sólo ofrecían la intimidad que proporcionaban cortinas puestas entre catre y catre. El blanco de las cortinas destacaba el negro de la armadura del general. Cuando la figura se acercó al borde izquierdo de la cama el chico la pudo contemplar mejor. Nunca había pensado que podría haber algo que destacase más en un mar de blanco que la coraza negra de Villenforth. Se equivocaba. El traje azul brillante bordado con oro acaparaba toda la luz de la habitación, lejos de ser una metáfora en cierta manera era cierto. Unas ondas tenues recorrían la casaca y los pantalones del hombre, si se le podría llamar hombre. La cara del misterioso interlocutor era sumamente andrógina, era la definición de un hombre tan bello que casi no se le podía aplicar la definición de human'an. Su pelo gris caía muy liso sobre sus hombros mientras que unos mechones negros en la parte izquierda de su cabeza parecían flotar con viento propio. Era inconfundible, Meth lo reconoció enseguida: Ariano Hubris "El Mago", general de la división mágica del ejército de Ëthrell. Verlo fuera de su laboratorio era algo digno de contar a sus nietos. Aunque todo el tema se estaba poniendo tan tenso que empezaba a pensar que no iba a tener posibilidad de tener nietos. Difícil tarea estando muerto.

-Bien, ¿Meth Giglia?- su pregunta casi heló el aire-. Soy uno de los responsables de que te encuentres actualmente aquí recuperándote y no enterrado vivo en algún lugar del país.

-Muchas gracias, señor -pese al odio hacia la división mágica, debía hacer un esfuerzo. Era un superior al fin y al cabo-. Pero, ¿por qué este honor?¿Cómo pudo estar allí para salvarme?

-Querido, me encuentro allí donde se me necesita -echó una mirada de significativa afectación-. La magistri Herrshel me informó, estaban cerca vigilando.

-¿Quiere decir que sabían que iba a pasar?

-Nuestras órdenes eran claras-intervino el general Villenforth-, debíamos vigilar de que se cumpliese su misión con éxito debido a que eran extremadamente peligrosos. Si hubiese sabido que estaba bajo vigilancia no se habría comportado como se esperaba.

-¿Me están diciendo que estaban allí y no hicieron nada para evitar que masacraran a mi pelotón? -la ira de Meth iba en aumento, sus palabras eran hierro fundido.

-No se altere, capitán -de nuevo la aterciopelada voz de Hubris enfrió los ánimos-. Estaban para vigilar de posibles refuerzos enemigos, no habría cabido posibilidad alguna de evitar la masacre. Según los informes fue en unos instantes- la última frase golpeó a Meth como un mazo de setenta kilos directo al estómago. Él había entrenado a su pelotón, el cual había sido completamente diezmado en "unos instantes". Su autoestima iba cayendo cada vez más-. Lo mejor será que descanse hasta que se recupere, sus heridas sanarán rápido y en un par de días estará como nuevo. Mis innovaciones en materia rúnica han permitido estos avances, ¿no es maravilloso? Pero basta de alardear, Villenforth, dejémosle descansar.

Mientras los generales se retiraban una enfermera se acercó:

-Le voy a administran un sedante con extracto de alraune para que duerma mejor.

Mientras le inyectaba el contenido del vial todo se iba haciendo cada vez más sencillo. Y durmió. En la salida del dispensario, Villenforth y Hubris discutían.

-¡Estúpido!¿Cómo se te ocurre contárselo?¡Joder, no haría preguntas! Simplemente estábamos haciendo una misión diferente, ahora sabe que estábamos vigilándole.

-Mi querido Gwayn, hay que darle a entender que confiamos en él. Si le ocultamos nuestra presencia en el escenario de la batalla, ¿cómo le explicarías que llegamos antes de que pudiesen matarlo?

-Maldito magucho-comentó Villenforth con desgana-. Algo se te habría ocurrido seguro, eres experto en ello. Si hubiese recibido el más mínimo daño...es más, si le hubiesen capturado ahora mismo tendría mi cabeza colgando de la Torre del homenaje del castillo.

-Pero no le pasó nada, ¿verdad? Mis métodos son infalibles. Además, como bien vistes, no hizo falta defenderle. Lo que lamento profundamente es que escaparan los hermanos.

-Esa zorra de Methele abrió un portal antes de que les hiciese picadillo. ¿Sólo ellos conocen el proyecto Átropos?

-Hemos de suponer que así es, y aunque hayan informado a otros, saben que puedo ver a través de sus ojos cuando lo desee, no usarán esa información a la ligera. Esta vez lograron engañarme cegando a la chiquilla en el camino, ¡oh, tonto de mí al no reconocer mi propia tierra! Suerte que tus habilidades siguen en forma, querido amigo -hizo una reverencia tan profunda que el general se puso rojo. La profunda androginia de Hubris desconcertaba a cualquiera, y aún más su rara forma de hablar y su extrema educación.

-No es para tanto, Hubris -Villenforth carraspeó como recordando el hilo de la conversación-. En cualquier caso a él no le gustaría que sus inversiones sufrieran ningún daño. Dice que cuesta demasiado crearlas como para que encima haya que mantenerlas.

-No tiene nada de qué preocuparse. Además, nuestro querido títere tiene su propia juguetera para arreglarlo si se araña. Y recuerda que esa preciosa juguetera me pertenece a mi por derecho. Algún día lo ejerceré, pero de momento me place contemplar dichas escenitas.

-Pese a tu cara bonita a veces eres un sádico, mago.

-El sadismo no tiene nada que ver con esto, en pos del desarrollo de la humanidad hay que llegar hasta límites que un human'an no osaría traspasar.

-Si no lo traspasamos es porque queremos seguir siendo human'ans, no bestias.

-¿Qué sabrá una mente tan falta de conocimiento científico? La ciencia precisa sacrificio, sudor y sangre. La moralidad es un simple lastre del cual podemos deshacernos.

-¿Moralidad?¿Sacrificio? Es curioso que me hables de ello porque sacrificios y sangre es lo que veo cuando me acerco a tus bichejos. Por lo que tengo entendido, él pretende usar tus "juguetes" para su propio beneficio, ¿qué hay de ciencia en ello?.

-Tras una guerra que se comete en pos del bien personal siempre hay una época de grandes avances científicos, es precisamente porque durante la guerra la moralidad se vende barata y los avances tecnológicos bélicos se emplean luego en la sociedad civil. ¿Qué más da si le doy un empujoncito y empiezo antes de que estalle una guerra?

-A este paso, tú crearás la guerra-el general se dio la vuelta y salió por el pasillo del dispensario.

-Por mí está bien, podéis mataros mientras experimento-. tras susurrar estas palabras un círculo de brillante luz azul surgió a sus pies. Una nube de chispas plateadas recorrieron su cuerpo y en tres segundos, la figura de Hubris se desvaneció en el aire.

martes, 1 de febrero de 2011

Interludio

Rojo.
Sangre.
Luz.
Sangre.
Luz, luz, luz...
Sangre, luz...
Rojo.
Negro...