domingo, 22 de mayo de 2011

Capítulo V de La Maldición: La decisión

El viaje de vuelta desde los pantanos estaba siendo muy duro. Hacía ya dos noches que habían pasado la Cordillera Frontera y se encontraban de nuevo en Kurbogia, pero aún así el cansancio físico y psicológico hacían mella en el grupo de jóvenes kurbogs. En todo el viaje casi no habían cruzado palabras entre sí, incluso las usuales partidas de chinchiroín entre Hailo, Merk'el y Som'atha habían sido relegadas a una simple rutina vespertina, que practicaban antes de ir a dormir. D'hira y Kin'ian pasaban gran parte del tiempo juntos, aunque no solían conversar. Juu por su parte se encontraba extraño, acostumbrado a ser regio y pensativo ahora adoptaba una pose de orgullo que casi se podría confundir con un aire de diversión.

Acamparon al atardecer cerca de los bosques de Gosso, en los alrededores de Canderia, una zona desde donde se podía ver claramente toda la llamada Cordillera Frontera, un macizo montañoso que separaba Kurbogia de las zonas inexploradas al noreste y de Bonmeria al noroeste. Sus cimas en aquella zona no eran excesivamente altas debido a la proximidad del mar pero aún así les costó bastante esfuerzo sortearlas. De todas maneras la estampa era especialmente bucólica: las faldas de las montañas estaban florecidas con las glácidas típicas de vitaem y lo cubrían todo con un manto blanco azulado, en el cercano bosque también florecían los tiernobrotes llenando el aire con un aroma dulce y fresco y una suave brisa peinaba la zona. Sin embargo ,en el campamento, los ánimos no mejoraban.

Mientras los manarils montaban la tienda, Juu los volvía a observar con autocomplacencia.

-Su mirada cada vez me da más escalofríos-D'hira estaba sentada en una caja jugueteando con los amarres de las tiendas mientras Kin'ian las levantaba-, a veces cuando me habla me siento sucia.

-Es tu superior, tienes que acatar lo que te dice- contestó sin girarse.

-¿Acaso te criaron así? Haz lo que tengas que hacer sin importar las consecuencias-la ira brotaba de las palabras de la joven-. Da igual que te sientas como un cacho de mierda mientras tengas la zarpa de tu queridísimo maestro Juu dándote palmaditas en la espalda, ¿es eso?

-Me da igual lo que pienses. También me da igual sus palmaditas en la espalda.

-¡¿También te da igual la muerte de Somta?!¡¿Pero te estás oyendo?!¡¿Y tú vas a ser un fairanil?! -estrelló los amarres contra el suelo con furia y se levantó agitada- ¿De ti van a depender otros manarils? Si todos pensasen como Juu o como tú, nos habríamos extinguido hace eras. Ahora eres tú el que me repugna- escupió al suelo y se quedó mirando al joven, que seguía manoseando las barras de las tiendas, de espaldas a su compañera-. ¿Es que no piensas decir nada?¿Te vas a quedar ahí haciendo "lo que debes"?¿Ni siquiera te vas a defender?

Kin'ian dejó escapar un suspiro de exasperación. D'hira no veía lo que hacía desde su posición pero en realidad no estaba montando la tienda. No había podido. Cada vez que intentaba poner una barra se olvidaba de sujetarla y esta se caía, no estaba atento a lo que estaba haciendo. Le daba vueltas a la cabeza, a la batalla con la bestia, a las acciones de su maestro y, sobre todo, a las palabras de D'hira. Levantó la vista y miró al cielo del atardecer. En la provincia de Canderia el cielo era muy claro y el aire muy frío, nada que ver con el profundo azul y la calurosa brisa de las colinas de Toos. Tenía ya treinta años, iba a ser un adulto según la tradición kurbog... Pero en su cabeza bullían ideas prohibidas.

Lo malo de una enfermedad radica en que poco a poco te roba la fuerza vital hasta quitarte la vida. Pero lo verdaderamente malo era la capacidad de transmitirse desde enfermos a personas sanas. Sin embargo tienen un punto débil y es que, si se toman medidas con suficiente antelación, la enfermedad desaparece. Una idea es parecida a una enfermedad. Se desarrolla en la cabeza de una persona que la va madurando poco a poco. Cuando la idea está madura esta se transmite entre individuos y, si está suficientemente desarrollada, hará efecto y repetirá su ciclo de forma indefinida. La diferencia es que, si se trata de erradicar una idea una vez se ha sembrado el germen de la duda, no se eliminará, sino que se arraigará más profundamente y se desarrollará con mayor velocidad.

En aquel momento, Kin'ian pareció quedar absorto en su introspección. D'hira le seguía mirando con rabia. Una rabia que poco a poco se trocaba en tristeza. Las lágrimas de impotencia asomaban por el rabillo de sus ojos cuando Kin'ian se dio la vuelta y la miró con firmeza.

-Sí, D'hira, voy a hacer lo que debo. Voy a montar esta tienda, voy a recoger las armas, cubriré las presas con raíz y me iré a la cama -La increíble fuerza que desprendían los ojos de Kin'ian desconcertaba a D'hira, que no pudo contener más las lágrimas. Con profunda tristeza permanecía muda, se sentía sola en un campamento de seis personas-. Luego, cuando me levante un poco antes del amanecer cogeré mi arma, mis raciones y mis capturas y emprenderé el camino.

D'hira, herida y hundida por la impotencia se secó los ojos con el dorso de la mano y dirigió una última mirada a Kin'ian de infinito desprecio. Se giró con brusquedad y empezó a alejarse. Antes, se volvió un instante.

-Pues que sepas que partimos hacia Canderia después del amanecer. No te preocupes, cuando lleguemos estaremos al mismo nivel, fairanil. Suerte que no voy a volverte a ver en mi vida.

-Por eso mismo me voy antes del amanecer, D'hira. No voy a Canderia.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la kurbog. Se quedó sin habla durante un momento y en su pecho notó como su corazón latía cada vez más rápido. Ahora sí que estaba confundida.

-¿Y dónde vas entonces? Allí es donde hacemos escala antes de ir a Kithael.

-Oh, sí, voy a ir a Kithael. Pero no voy a hacer escala en Canderia. Me voy directamente a la capital, solo.

-Pero...-las palabras se agolpaban en los labios de D'hira, no sabía que decir- ¿Por qué?¿Qué pretendes hacer?

-Simplemente lo correcto, Dhira. Juu no es mi maestro ya. Tu y yo ya somos fairanils, o al menos lo seremos, no tenemos que seguir sus ordenes nunca más. Una vez sea proclamado fairanil y adulto denunciaré a Juu ante el Consejo Judicial.

-Pero no tienes pruebas, Kin'ian. Él es un telinam, un maestro rastreador. Kiurgo tendrá mucho más en cuenta su palabra que no la tuya.

-Si es así -Kin'ian se giró y dirigió su mirada hacia el horizonte-, entonces renunciaré a ser un fairanil.

-Se te considerará un traidor- bajó la mirada con tristeza.

-Lo sé, prefiero serlo a ser cómplice de asesinato -volvió su rostro hacia D'hira y la miró con decisión-. Además, también debo ir a la Costa Morada, Somta era de Masar. Quiero darle la noticia a sus padres en persona.

El silencio se adueñó de los dos por un momento mientras se miraban a los ojos. La fiereza se reflejaba en los de Kin'ian como nunca antes había contemplado D'hira. Y en solo un segundo, D'hira comprendió lo que verdaderamente le importaba. Se dio cuenta de que se había pasado toda su vida siguiendo la estela de una estrella fugaz y cuando consiguió atraparla, calcinó todas sus esperanzas con su luz. Ahora que ya nada tenía sentido para ella las palabras del "chico bien" la llenaron de nuevas ilusiones. Sintió que tenía una nueva estrella fugaz que perseguir, aunque esta vez, si moría en su fuego, no le importaría. Cuando no se tiene nada que perder se tiene todo por ganar.

-Pienso acompañarte-Kin'ian hizo un amago de protesta pero la kurbog le interrumpió-, antes de que digas nada de bla bla esto es sólo cosa mía, bla bla no lo puedo permitir y bla bla bla soy el señor perfección que sepas que pienso ser tu puñetera sombra te guste o no, porque has dicho la primera cosa sensata en lo que te conozco. Y como se te ocurra marcharte sin mí iré a buscarte hasta la mismísima Terra Incógnita si hace falta.

-Está bien -Bajó la cabeza de nuevo y soltó un bufido de exasperación-. Pero no molestes.

-Lo mismo te digo.

Como si estuviera rabiosa tomó rápidamente el camino y se alejó de las tiendas de Kin'ian pisando fuerte.

-D'hira, ¿dónde vas?

-¡A la cama, zoquete!

-Pero si tu tienda es esta -y señaló la que tenía a su derecha.

Completamente roja de vergüenza, la chica volvió a toda prisa casi dando saltitos y mirando al suelo, cuando pasó por al lado del joven susurró un ininteligible "ya lo sabía" y se metió dentro mientras Kin'ian la seguía con la mirada. Cuando recordó lo que estaba haciendo, el todavía manaril volvió a su tarea de montar el resto de tiendas mucho más concentrado.

En el interior de su "verdadera" tienda, D'hira se daba de cabezazos contra la barra mientras blasfemaba. Suerte que no estaba allí Som'atha para verla. No hubiese soportado más chascarrillos sobre lo roja que estaba o lo atenta que se ponía cuando se acercaba Kin'ian.

¡Pero si no soportaba a ese maldito cachorro de teta! El "chico bien" siempre había chocado con la forma de ser de D'hira. Cierto es que los dos siempre se exigían el máximo y tenían que hacerlo todo bien, pero a Kin'ian no parecía importarle los cumplidos. Era como si lo hiciese porque sí, porque es lo suyo hacerlo bien y su maldita hipocresía le hiciera inmune a los cumplidos. Estaba convencida de que era lo único que él buscaba, que le alabaran, que comentaran su fama y su habilidad. Estaba segura que se acostaba por las noches con una maldita sonrisa de satisfacción al saber que todo el mundo le adora y que es mejor que todos a su alrededor. Eso le hervía la sangre. D'hira nunca recibió ningún cumplido pese a hacer todo igual que él. Pero claro, ella era una mujer, aunque pudiesen ser cazadoras estaba destinada como mucho a llegar a telinalm, el ser maestra de caza estaba fuera de su alcance y la política aún más. Pero Kin'ian tendría el cielo abierto. ¡Joder, si hasta la había convencido para irse con él como si nada!.

En esos momentos, D'hira ardía de rabia por lo que él hacía, pero lo que más la frustraba era que por más que ella demostrase ser buena, todos la ignoraban. Se fue a dormir con una idea peligrosa en la cabeza. Mucho más que la idea que le había contagiado Kin'ian. La idea era que por qué el único reconocimiento que buscaba ahora era el de él. ¿Por qué había dicho que iría a buscarle hasta Terra Incógnita? Se estaba volviendo loca, se durmió odiándole con toda su fuerza, pero con la esperanza de verle mañana temprano. Si él no la esperaba, jamás se lo perdonaría.

3 comentarios:

  1. Tengo una sugerencia que haceros. Si no entendeis alguna palabra o algún concepto (como por ejemplo nombres de cosas, de ciudades, geografía etc.) podeis preguntarme todo lo que querais. Contestaré a todo lo que considere que no es clave para continuar latrama claro jajaja. Y quién sabe, a lo mejor si me preguntais lo voy añadiendo a la enciclopedia y acabamos sacando una "enciclopedia" de verdad XD

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  2. jajaja alfin otro capitulo XDD weno y de conceptos no entiendo el de Terra Incógnita

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  3. Terra Incógnita es una zona al noreste de Cassinia que no ha sido completamente explorada aún. Los que viven cerca de la frontera la conocen como las tierras monstruosas, por estar llenas de animales excepcionalmente grandes y fieros. Terra Incógnita significa literalmente "tierra desconocida". Además allí se cuenta que se encuentra la legendaria ciudad de Asham ^^

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